El desafío de una normativa por desempeño en cemento y hormigón

Hoy en día, resulta ineludible repensar la forma en que especificamos los requisitos en la construcción, no solo los procesos constructivos, también los criterios de diseño y los materiales que utilizamos. Es necesario repensar el marco técnico normativo que rige para la incorporación de la innovación en nuestras infraestructuras.

Un ejemplo de un cambio prometedor, pero aún limitado hacia normas de desempeño, se encuentra en la norma chilena NCh 170 “Hormigón – Requisitos Generales”, aprobada el año 2016. Este cuerpo normativo incorporó criterios de desempeño asociados por ejemplo a la durabilidad del material vía requisitosde permeabilidad y también abrió las puertas al uso de la madurez como criterio de desmolde de elementos estructurales.

En el campo del diseño de estructuras, recientemente salió a consulta pública la norma prNCh 3792 “Diseño sísmico de edificios basado en desempeño”, dando cuenta del avance de este concepto no solo en el área materiales sino también en las etapas de diseño.

En el caso del Cemento, la norma chilena NCh148 “Cemento – Terminología, Clasificación y Especificaciones Generales”, actualizada el año 2021, incorporó parcialmente criterios de desempeño, fue un primer paso en la dirección correcta. Sin embargo, lamentablemente su oficialización aún se encuentra pendiente, a pesar de que ya han pasado casi cuatro años desde su aprobación en el INN, lo que ha impedido que pueda aplicarse en la práctica conspirando contra el cumplimiento de los objetivos de descarbonización de la industria, especialmente la reducción del factor clinker.

La incorporación de criterios de desempeño se está dando en todas las latitudes. Por ejemplo, en Europa, el documento “A performance-based standard for common cements – Speeding up decarbonisation through better standards”, presenta una reflexión sobre la adopción para el cemento de un estándar basado en el desempeño en lugar de uno prescriptivo. Durante décadas, las normativas han impuesto recetas fijas en cuanto a la composición del cemento, limitando así el desarrollo de alternativas con menor huella de carbono. El uso más intensivo de alternativas ya probadas—tales como escorias de alto horno, cenizas volantes, arcillas calcinadas, puzolanas naturales o incluso geopolímeros—muchas veces se ven limitadas por un sistema que no acompaña la evolución tecnológica y ecológica requerida.

En el caso del Cemento, el cambio de enfoque propuesto no es meramente técnico, sino estructural. Se aboga por un sistema que valore la eficiencia y la sostenibilidad a través de parámetros de desempeño que incluyan no sólo la resistencia o durabilidad del material, sino también su impacto medioambiental. Este enfoque, se basa en tres pilares fundamentales: primero, la definición de parámetros de desempeño e impacto; segundo, la adaptación de criterios de calidad según la aplicación y el efecto deseado; y tercero, la implementación de métodos predictivos de largo plazo para evaluar comportamientos críticos.

La experiencia internacional en esta área muestra ejemplos claros de aciertos en este camino. A comienzos de la década de 1990, la normativa ASTM C-1157 introdujo el concepto de estándares basados en el desempeño para cementos hidráulicos en Estados Unidos, allanando la senda para un uso más flexible y ecológico. De igual modo, países de nuestra región han comenzaron a desplazar sus normativas prescriptivas en favor de un modelo que permite una mayor innovación en el sector. La lección es clara: los estándares basados en el desempeño no sólo facilitan la incorporación de materiales alternativos y sostenibles, sino que también simplifican el acceso de las innovaciones al mercado, reduciendo las trabas administrativas y potenciando la competitividad.

El reto es, sin duda, mayúsculo. La necesidad de transitar a una normativa que impulse el uso de cementos con menores emisiones de CO2 no se reduce a una mera adaptación de recetas; implica reimaginar un sector tradicional en toda su envergadura. La propuesta es, en definitiva, un llamado a la acción para disminuir la complejidad inherente a la normativa actual y abrir la puerta a soluciones que novedosas, que ofrecen beneficios palpables tanto en términos de desempeño como en sostenibilidad ambiental.