El hormigón es un ejemplo perfecto de economía circular. Desde el uso de residuos de otras industrias como materias primas, hasta la posibilidad de reciclar el 100% del hormigón al final de su vida útil, este material demuestra que es posible cerrar el ciclo de los recursos. Además, durante la producción del cemento se pueden aprovechar una amplia gama de residuos, contribuyendo a resolver problemas de gestión de desechos de la sociedad.